tengo los ojos hinchados,
me duelen las manos de recordarte,
y no sé si esto es una taquicardia
o apendicitis,
pero he vuelto a escribir.
he vuelto,
sin más,
con menos talento,
sin expectativas,
y con las mismas ganas que tenía cuando empecé
de quitarme los problemas de encima escribiéndonos,
eso lo aprendí de ti.
aprendí a contarle a un papel las cosas que no debía contar a nadie,
aprendí que los peores problemas son menos malos si se pueden arrugar,
aprendí que si dos manos encajan, da igual que afuera esté lloviendo,
y aprendí que no hay nada más importante,
eso me lo enseñaste tú.
me enseñaste que hay que mirarse a los ojos,
me enseñaste a reírme hasta que falta el aire,
me enseñaste que también se puede amar mientras duermes,
y me enseñaste el significado de la palabra nosotros,
y por eso crecimos juntos.
como dos niños recién salidos del instituto,
cantando a pleno pulmón en mi coche a las 4 de la mañana,
contando los días para que sea viernes,
y durmiendo muchas menos horas de las recomendadas.
y con esto venía yo a decir
que sí,
he vuelto a escribir,
te lo debo.
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